[Foto/Observador de Shanghai]

La Carrera Vertical de la Torre de Shanghai 2025 finalizó el día 23 de noviembre. El evento reunió a 3.000 participantes provenientes de más de 20 países y regiones de todo el mundo, quienes con sus pasos recorrieron cada centímetro del edificio más alto de China.

Antes del inicio de la carrera, Juan Antonio Samaranch Salisachs, embajador de imagen del evento, vicepresidente del Comité Olímpico Internacional y fundador y presidente honorario de la Fundación Samaranch pronunció un discurso mediante video. Él afirmó que el evento no solo es la joya de la corona de las carreras verticales a nivel mundial, sino que también se ha convertido en un puente amistoso que conecta a personas de todos los rincones del planeta, quienes juntos transmiten y promueven el núcleo imperecedero del espíritu olímpico: la perseverancia inquebrantable y la búsqueda de la excelencia.

Como evento deportivo emblemático de la ciudad, la carrera no solo refleja la pasión por la competición, sino que también integra profundamente el espíritu deportivo con la tecnología, la cultura y la labor benéfica. Se ha convertido en una plataforma importante para promover la aptitud física de la población y poner de relieve la vitalidad urbana.

Este año, la Torre de Shanghai ha integrado la tecnología en la competencia mediante la incorporación de exoesqueletos robóticos. Estos dispositivos, a través de detección inteligente y asistencia motriz, ayudaron a los usuarios a ascender de manera estable. Además, durante la carrera, robots y perros robot animaron a los participantes, logrando que la tecnología se fusione con el deporte, elevando la atmósfera del evento.

La categoría de carrera recreativa individual ha gozado de gran popularidad entre los participantes desde su creación en 2019. En esta prueba, después de correr desde el primer piso hasta el piso 22, los participantes pueden tomar el ascensor y subir directamente al salón de observación en el piso 119, desde donde disfrutan de vistas panorámicas de la ciudad a ambos lados del río Huangpu.

Fuente: Observador de Shanghai